En su enfoque hacia la psicología positiva, TAL BEN-SHAHAR sostiene que, perseguir la perfección es, en sí, algo que nos lleva incluso a enfermar.
¿Cuántos de nosotros han recibido sus creencias del pasado (infancia, familia, etc.) respecto a esto? Algunos mensajes como “Hay que ser el mejor en esta vida para llegar a algo, no es suficiente lo que haces, debes aspirar a más, mira tu hermano qué bueno es (¿de dónde has salido tú?)»… nos llevan a un estado en el cual decidimos buscar constantemente la perfección. El miedo a no ser aceptado, el de ser aislado o no querido, nos hace con el tiempo mirar nuestros objetivos como algo cada vez más lejano.
Hace tiempo, viendo una serie dedicada al poeta Giacomo Leopardi, descubrí con estupor que también, como otros mortales, fue una víctima del perfeccionismo impuesto por sus progenitores. Sus aspiraciones estaban totalmente dirigidas hacia un nivel de perfección que lo hizo enfermar y acentuó ese espíritu melancólico que ya llevaba su naturaleza consigo.
Ya veis, el Perfeccionismo no es características de nuestros tiempos.
Pero la buena noticia es que la enfermedad del Perfeccionismo se puede curar.
¿Y cómo?
Permitiéndose… el Optimalismo. (Gracias, TAL BEN-SHAHAR).
¿Qué es el Optimalismo? Es un estado que se distingue del Perfeccionismo por cómo aborda las decisiones sobre nuestra vida. Ahí van esas diferencias:
El Perfeccionismo
- Rechaza el fracaso
- Nunca nada es suficiente
- Impide el disfrute
- Lleva a niveles de preocupación altos
- El centro de atención es único
- La línea de partida a la meta es recta
- Implica una falta de visión de la realidad
- Provoca preocupación continua
El Optimalismo
- Acepta el fracaso
- Elige los niveles de satisfacción inferiores, los acepta y disfruta
- Implica despreocupación por algunos aspectos meno relevantes de la vida
- El centro de atención está en varios temas de la vida
- La línea del punto de partida a la meta tiene curvas y desvíos
- Conlleva una visión del sistema e inconvenientes de la realidad
- Facilita la preocupación relativa
Ante todo es importante decir que nadie es sólo perfeccionista o optimalista.
Sin embargo, sí se tiende a inclinarse por un lado u otro. Además, se puede ser perfeccionista en algunas áreas de nuestra vida, y optimalista en otras.
Viendo estas diferencias, parece evidente que el desgaste que conlleva ser perfeccionista no es deseable.
Para terminar, estemos alerta:
El perfeccionismo, aun no siendo insano en sí mismo, produce unos cambios en nuestra energía física y mental, cierto malestar emocional y tiene varias implicaciones negativas en nuestro bienestar.
¡Animémonos pues a soltar la Perfección y a perdonarnos si nuestros objetivos no se cumplen siempre a ese nivel de satisfacción que buscamos!
“En la profundidad del invierno, por fin aprendí que en mi interior había un verano invencible…”
(Otro ¡Gracias, a Albert Camus!)
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