El Lenguaje en Familia y con nuestros hijos

Sabemos que en familia se da rienda suelta a un lenguaje comunicativo no siempre pasado por filtros.

Quién de nosotros tiene hijos, habrá pasado por la experiencia de usar un lenguaje al menos en parte heredado por sus padres.  Aunque ya sabemos que el mito del “Progenitor-Amigo” es eso, un mito, porque corre el riesgo de confundir los roles en la relación intergeneracional, no debemos olvidar que los efectos de la ausencia de comunicación en familia, se repercuten negativamente en el estilo de vida que nuestros hijos arrastrarán fuera del entorno doméstico.

Estamos convencidos que nuestra manera de ser, de hablar y de comunicar es exclusivamente bagaje de nuestra persona, pero la verdad es que son, en la mayoría de los casos, repeticiones de frases de nuestros progenitores o de personas de nuestro entorno familiar más estrecho.

Los diálogos escuchados en familia repercuten directamente en nuestros descendientes, que los asimilan y los hacen propios.

Hoy quiero poner el foco sobre algunas frases que pueden influir de forma importante en esta relación.

 Son frases que reflejan frustraciones, vidas soñadas y no vividas. Que crean expectativas:

Hijo mío, tú eres mi futuro, debes realizar todo lo que yo no he podido hacer en mi vida, recuerda todo lo que he hecho por ti, tantos sacrificios….

Un lenguaje de este tipo, cuando entra en nuestras casas, se queda, y crea en nuestros chicos un fondo de excesiva responsabilidad… que no les toca. No solo:  en sus caminos a lo largo de la vida se esforzarán siempre de gustar a alguien:  ¡amigos, pareja, empleador…!

Lo más grave, es que este fondo, sube y sube hasta crear unos jóvenes adultos remisivos, que ponen a callar su verdadera esencia y talentos.

Debemos con urgencia tomar conciencia de esto y cambiar nuestra forma de hablarles.

¿En qué debo basar la comunicación con ellos?

Para mí, hay cinco puntos que contienen todos los secretos.

  • Estar presentes de verdad: no sólo hablar, sino escuchar: abandonemos las quejas y los comentarios sobre nuestra vida y pongámonos a escuchar de verdad
  • Dar espacio a sus emociones: no juzguemos su emocionalidad, sus fragilidades
  • Hablar con palabras constructivas: las palabras dichas nos quedan dentro. Las constructivas influyen directamente en la motivación.
  • Expresar afecto y gratitud: dar gracias por sus confidencias, su confianza
  • Cultivar la ilusión para las decisiones que toman: un progenitor que contribuye a la esperanza fomentando la ilusión de sus hijos crea personas comprometidas de forma natural

¿Nos atrevemos a abrazar este cambio?

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