La Comunicación verbal está cada vez más en el centro de los estudios para la formación en las empresas. Aun así, continuamos sin dedicarle un cuidado suficiente, y como muchas veces he comentado, damos por hecho que nos sirve el “tú ya me entiendes”.
Hoy está siendo muy frecuente escuchar un lenguaje poco claro y definido, un lenguaje defensivo. El lenguaje defensivo pone el foco en negar, evitar o decir mal lo que queremos. Me explico. ¿Quiero pedirle a mi hijo que venga algún domingo a comer a casa? Lo más probable es que yo empiece con una frase como esta: “Me gustaría que no pensaras siempre en ti mismo y en tus planes de fin de semana, y que alguna vez nos consideraras también”.
¿Alguien sabe decirme a qué conclusiones o a qué pensamientos llegará mi hijo después de escuchar esto? Pues a ninguno. Seguirá sin acudir a las comidas de los domingos.
¿Y tomará alguna acción hacia eso? Probablemente ninguna. Porque no se sentirá aludido.
¿Cuál será el efecto de esta conversación? De nuevo, ninguno.
Un lenguaje impreciso, incompleto, crea confusión interna. Las interpretaciones de las personas son únicas y diferentes, ya que dependen del momento, las circunstancias, el estado emocional, la experiencia y la actitud entre otras cosas. Entonces, ¿por qué lo utilizamos?
Para mi modo de ver estas son algunas de las razones:
- No somos conscientes de lo que en realidad queremos
- Tenemos miedo de formular el lenguaje con claridad, porque nos exponemos a un “no”
- Damos por hecho que el otro debería conocernos y suponer lo que necesitamos
- Tememos el conflicto aunque estemos simplemente expresando nuestros derechos
- Si solo expresamos lo que sentimos, sin más, el otro no verá claro qué queremos de él
Un Lenguaje Afirmativo en cambio lleva a peticiones claras. Las peticiones formuladas deben tener un trasfondo de Acción. Un lenguaje de acción, concreto, que aclara lo que de verdad queremos lograr.
Este podría ser un lenguaje de Acción:
“Hijo, me gustaría que, en medio de tantos planes de tu fin de semana, hicieras un hueco para venir a comer los domingos con nosotros, tus padres”
¿Suena mejor? ¿Está más claro nuestro objetivo? Es evidente que en este caso los pensamientos del hijo podrían estar orientados a evaluar una respuesta concreta (que puede ser afirmativa o negativa naturalmente) y no a un proceso de confusión.
Reflexión: ¿Faltaría algo a esta petición?
Sí: Hacer una petición sin expresar nuestros sentimientos hace que esta parezca una exigencia.
Por lo tanto, una frase como la siguiente mejoría mucho la predisposición a tomar en consideración la propuesta:
“Hijo, me gustaría que, en medio de tantos planes de tu fin de semana, hicieras un hueco para venir a comer los domingos con nosotros, tus padres. Esto nos haría muy felices”
Recordad:
- Hacer peticiones afirmativas
- Claras y concretas
- Expresando vuestros sentimientos
- Cuidando el tono verbal y no verbal
¿Cuándo quieres empezar a usar un lenguaje más efectivo?
¿Cómo cambiaría este lenguaje el mundo de las organizaciones?
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